Veo las pequeñas gotas
que surgen en la superficie del cristal
por efecto del frío.
El frío de este líquido.
Un poco de alcohol me ayuda
a pasar la noche sin dolor.
El cuerpo se estremece al
agradable tacto del agridulce sabor.
Pero se suda frío.
¿Qué es esta sensación tan extraña?
No quiero pensar en una venganza.
No soy de ese modo.
Pero una voz en mi cabeza me lo pide.
La escucho.
Calla.
La escucho.
Vuelve a callar.
Seductora tentación la que provoca
esta pequeña voz dentro de mi cabeza.
-Un corte aquí, un corte allá-
me dice
-Te hará sentir mejor, te hará feliz-
Suena tan real...
Suena tan tranquilizadoramente perturbante.
No quiero dejarme convencer
y vuelvo a tratar de concentrar mi atención
a las pequeñas gotas que ahora resbalan
por culpa de la temperatura y la gravedad.
-Vamos, yo se que quieres, vamos-
-Pero es una venganza extremista-
-Por eso no te preocupes, no te apures.
Olvidarás todo, nada será tu culpa-
Llega al límite de la tentación.
Hermosamente me atrae a pecar.
No quiero... pero no puedo resistirme...
-Vamos...-
-Vamos...-
miércoles, 11 de mayo de 2011
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La sangre llama a la sangre...